El “Abrazo Sabanetero”

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Por Marcelo Peralta

Vayan las gratitudes a los gestores del “Abrazo Sabanetero” y a los continuadores de impulsar y mantener el proyecto. 
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El abrazo Sabanetero en una de sus primeras versiones. En primer plano Tania Olivo y su esposo Erasmo Gerez.

El abrazo es una muestra de amor y afecto de rodar los brazos entre dos personas.

Le damos un gesto ligero de presión y acaba siendo de duración variable.
Un abrazo indica afecto y respeto a la quien lo recibe.

Antes el abrazo era voz muy usada en las ceremonias de “caballería”.


Los príncipes cristianos después de haber dado los espaldarazos de estilo al “nuevo caballero”, le daban abrazo y le besaban en el carrillo izquierdo que era el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo.


Esta ceremonia tenía relación a la antigua costumbre de que el que se constituía esclavo de otro recibía un golpe en prueba de su dependencia y, como los caballeros al entrar en la orden, se sujetaban a sus estatus.


De ahí es que se adoptara esa costumbre de abrazar.


Un abrazo, es una muestra de afecto, cariño y amor que resucita la esperanza, le recuerda al que enfrenta una tormenta de la vida, que hay que seguir luchando con la fe y la esperanza de que hay “luz al final del camino”.


Insistir que un abrazo tiene la capacidad de hacer la diferencia entre el espíritu angustiado y uno en paz.


Entre el corazón desesperanzado, uno lleno de aliento y energía, entre una vida que ha perdido la esperanza y otra que continúa luchando con coraje y determinación.


Dios se especializa en abrazos y la Biblia dice que Él nos cubre para que allí haya refugio y protección.


El Creador de los cielos y la tierra nos ama, nos muestra su gran amor por medio de su calor, cariño, presencia y protección.


Como creador del universo, nos abraza para que nos sintamos seguros y confiados en medio de las complejidades de nuestra existencia.


Si pasas por una adversidad, has de recordar que siempre contarás con el calor y el cuidado divino, pero si eres tú que halla a alguna persona que lucha con el dolor, abrázala y verás que sus dolencias corporales disminuyen.


Si lo hace así, como Dios te levanta con su abrazo, tú tienes la capacidad de hacer lo mismo por otro ser humano que sufre. 


Hay momentos que las palabras no hacen ningún efecto, pero un fuerte abrazo puede levantar al caído.


“Auguramos el mejor de los éxitos por la durabilidad y fortalecimiento de este proyecto”.

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