Caso de Fiscalía nos invita a tomar conciencia.

Por Marcelo Peralta.

En mi niñez, adolescencia, pubertad, juventud, adultez, en el diarismo que viví, vi y he visto, escenas, acontecimientos y acciones de todas índoles.  

El agua de por sí es transparente, limpia, debe aparentarlo y serlo toda la vida, y así debería ser el comportamiento ciudadano sin importar el cargo que ostente.

Pero cuando ese preciado e indispensable líquido para la vida llega a ensuciarse hasta tal grado que se vuelve obscura, maloliente y venenosa se dice que se ha corrompido.

Al pasar a ese proceso, es evidente que ya el agua cristalina no limpia sino que ensucia, no da vida, sino que envenena a todo lo que queda a su entorno.

A escala más amplia, se dice que algo es corrupto cuando cambia radicalmente la finalidad de su propio ser.

Las instituciones del Estado son, pues, corruptas cuando no sirven para lo que fueron creadas, sino para todo lo contrario.

Cuando el Estado es utilizado no para garantizar el bien colectivo, sino el de una minoría y el escándalo descubierto en la Fiscalía de Santiago Rodríguez debe ser aclarado “caiga quien caiga”.

Actos como los ocurridos en ese estamento judicial se trastocan así los fines institucionales en beneficio de un sector, un grupo y una persona privilegiada y daña reputaciones de personas “inocentes”.

En la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina se fomentó y se permitió la corrupción como “el precio de la paz”.

Una sola mano concedía la “gracia” de la impunidad, desde ahí se comenzó a “democratizar” la corrupción y en estos tiempos se ha generalizada y arropando altas y bajas esferas que hasta brotar pus.

Ahora casi todas las instituciones son corruptas, cada vez con más descaro e impunidad.

Ha aumentado el progreso económico-técnico, pero ha disminuido lo ético con lo que se ha creado un caldo de cultivo muy propicio para el desarrollo de este virus que cada día crece como un cáncer.

El ambiente social actual “embreta” hacia lo corrupto a la juventud y a toda la sociedad en general, donde casos de esta índole nunca se habían registrados en la provincia Santiago Rodríguez y al parecer venían desde hacía mucho tiempo.

Ya afloró, brotó, erupcionó como un volcán y las lavas que ahora produjo deben ser recogidas con diafanidad, evaluadas y las buenas ponderadas y restituidas y las malas sancionadas como lo establecen las leyes nacionales vigentes.  

Lo que anhelamos no se sacrifiquen ni perjudiquen a empleadas inocentes que actuaron bajo presión cumpliendo órdenes superiores para beneficiar a funcionarias “encumbradas” y porque son de las llamadas “compañeritas de las bases”.

Falta conciencia de que lo público es de todos, donde las instituciones públicas son consideradas como lugares de nadie, de que cuando nombran alguien cree que lo que tiene al frente es algo propio y personal, y no como la casa de todos y de todas, hasta se presume y se ostentan los frutos de la corrupción al apropiarse de bienes que no son suyos.

Es cierto que no se puede pretender acabar del todo con la corrupción, pero sí se puede disminuir, acabar con la impunidad, la corrupción en cualquier estamento, de manera que se puede combatir estos flagelos.

Ya que ha estado la “bomba” es impostergable y urgente crear conciencia de que la corrupción es un problema que nos afecta a todos y a todas, que es posible reducir los niveles actuales para evitar que se convierta en una especie de pulpo.

Este caso debe llamarnos poderosamente a la atención, ya que la fiscal Marta González a pesar de ser funcionaria pública, expuesta a escrutinios, se mostraba huidiza, se negaba a hablar con periodistas, se marchaba sigilosamente todos los fines de semanas y nunca su celular estaba disponible y amenazaba a periodistas con “meterlos presos”.

Los ciudadanos de San Ignacio de Sabaneta y la provincia Santiago Rodríguez debemos sentirnos responsables y avergonzados de haber permitido por tanto tiempo mantener a una funcionaria con un comportamiento como el que exhibía la licenciada Marta González.

En mi caso, intente entrevistarla en varias ocasiones en la Fiscalía, en la Fortaleza General Santiago Rodríguez y en actividades en el Ayuntamiento y siempre decía que andaba rápido y apresurada.

Esto que ha sucedido en la Fiscalía debe llevar a los comunicadores que ejercen en el municipio de Ignacio de Sabaneta provincia Santiago Rodríguez a crear conciencia y no “embriagarse” con funcionarios ni funcionarias y ser activos y críticos en la toma decisiones y deliberaciones  judiciales y de otros estamentos gubernamentales y privados.

De esto dependerá la construcción de una democracia que nos incluya y en la que nos sintamos parte de su proceso en marcha.


El elevado grado de corrupción actual tiene efectos perniciosos a todos los niveles. 

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